En el marco de la primera edición del festival “Libro Al Viento”, realizada del 28 al 31 de agosto de 2025, en Cobán, Alta Verapaz, la Asociación Gremial de Editores de Guatemala (AGEG), dedicó y rindió un especial reconocimiento al maestro de las artes plásticas Domingo Morán Pop, ilustre verapacense, cuya destacada trayectoria artística y compromiso cultural de más de 40 años constituyen uno de los grandes referentes del arte y consciencia en el departamento.
Por Yeimi J. Alonzo
Para adentrarse en la esencia del maestro Domingo Morán Pop, basta con saber que para él, el arte no se encierra entre cuatro paredes. Lejos del estudio, su taller es el mundo: una calle bañada por el sol de la tarde, un paisaje que respira y se mueve con el viento, o un día de mercado lleno de colores, sabores y de vida.
Es allí, en contacto directo con el entorno y la cotidianeidad guatemalteca donde sus pinceles capturan algo más que imágenes: plasman atmósferas, emociones y momentos que no se repiten. Esa conexión honesta y directa con lo que lo inspira, es sin duda, una de las múltiples razones por las que el artista y gestor cultural, ha sido homenajeado en más de una ocasión a nivel local, nacional e internacional.
“El maestro Morán ha dedicado su vida al dibujo, pintura, diseño y la enseñanza de las artes plásticas dejando una huella profunda en la formación de nuevas generaciones y en los corazones que toca e inspira”, fueron las palabras de Diana López de Sánchez, presidente de la AGEG durante el homenaje.
“He tenido la fortuna de entregar estos reconocimientos a muchos autores y siempre encuentro un punto en común en todas estas dedicatorias. Y es que estas personas no son aves solitarias, siempre andan en bandada regando semillas por donde quiera que pasen. Son maestros, no solo en el arte que practican, sino maestros en repartir con bondad, hasta el punto de no sentirse merecedores de un reconocimiento, porque no lo buscan, y por eso lo merecen más. Este es el caso del maestro Domingo”, expresó López.

Durante el homenaje se destacó la calidad de la obra del maestro Morán, visible en sus colecciones, pero más allá del arte tangible, se recalcó un trabajo silencioso e invaluable: el impacto que ha tenido en la vida de tantos verapacenses a través de su enseñanza, su palabra y su ejemplo, que, sin buscar protagonismo, ha sido profundamente significativo para la población.
En ese marco, se agregó que el artista, además de haber llevado su obra expresionista y realista más allá de Guatemala, ha vinculado el arte con la conciencia ambiental mediante la fundación del Festival Internacional de Pintura “Aires Libres”, realizado en su natal San Cristóbal Verapaz, otro de sus legados vivos que confirman y reflejan la particularidad de su ser.

Este festival es una plataforma que ha reunido a artistas nacionales y extranjeros, noveles y de gran trayectoria que través de este espacio han buscado concientizar a las personas del cuidado del ambiente y las riquezas naturales a través del arte, que desde su inicio en el año 2012 a la fecha, ha tomado auge no solo en la Pupila del Cielo, sino en otros departamentos, inspirando a diferentes grupos culturales para la creación de festivales similares con la misma intención: pintar y crear al aire libre en comunidad.
Un artista que registra actos cotidianos
Domingo Morán Pop nació el 2 de julio de 1954 en el municipio de San Cristóbal Verapaz, también conocido como “La Pupila del Cielo” por reflejarse el cielo en las aguas de una de sus riquezas naturales, la Laguna Chichoj, escenario e inspiración de cientos de artistas en el festival Aires Libres e identidad del pueblo maya Poqomchi’, cuna de pintores, escritores, poetas, atletas y marimbistas.
En sus lienzos, retrata la figura humana con vigor y decisión, sus cuadros recogen escenas populares con un realismo que lo hace casi expresionista. Ha participado en más de 75 exposiciones colectivas e individuales a nivel local, departamental, nacional e internacional. Sus obras se encuentran en colecciones privadas en países como Francia, Dinamarca, Rusia, Estados Unidos, México, Argentina, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá e Italia, además de Guatemala, según se lee en el Sistema de Información Cultural (SIC).
Su padre era marimbista y fabricante de instrumentos musicales. Su abuelo, muy religioso, elaboraba adornos florales, nacimientos y velas. Estas tradiciones influyeron en su interés por el arte al crecer rodeado de estos elementos donde al ayudarles, descubrió su pasión por el dibujo al ver las técnicas que utilizaban.

Ha participado en la creación de carrozas, escenografías y alfombras para celebraciones religiosas y comunitarias, espacios que le han permitido a él y a varios artistas locales desarrollar o descubrir su talento artístico a falta de más espacios culturales que lo promuevan, pues afirma que en la región el arte no tiene mucho eco, salvo en eventos específicos como estos.
También se ha permitido experimentar y explorar otras disciplinas como el teatro, la escultura, el grabado, la cerámica entre otras. Se comunica en Poqomchi’, Q’eqchi’ y español, lo que considera un símbolo de su esfuerzo por aprender.
A pesar de las dificultades que vivió al no hablar español de niño, valora haber aprendido varios idiomas. Cree firmemente en que el aprendizaje y el respeto por los demás son claves para crecer. Dice con orgullo: “Yo puedo y seré lo que quiero ser. Esa es mi penicilina”. Para él no existen barreras que lo puedan detener.
Morán pertenece a una generación de pintores autodidactas que tiempo después, fueron beneficiados con la creación de la escuela Regional de Artes Plásticas “Alfredo Gálvez Suarez”, en Cobán, Alta Verapaz, en 1990.

“Cuando yo veo la obra de Domingo, veo un registrador. El registra los momentos exactos, cuando el rayo de sol entra y pega en la llanta de una bicicleta y provoca en las personas que están alrededor algo en la memoria que les va a hacer recordar. El helado que se estaban comiendo, el beso que compartieron, la calidad del sol sobre la piel. Esa es la obra de Domingo. Es esa imagen que me narra una historia, que me narra el momento que alguien más y que yo vivimos, que nos hace sentir y que nos une a otras personas, invitándonos a introducirnos en esa historia. Es su ojo lo que estamos viendo en su obra, es su sentir, es la manera tan cálida que él interpresa el mundo”, expresó Silvia Mansilla, admiradora de su trabajo y quien realizó un recorrido por su vida y obra durante el homenaje.
Pintar al aire libre no es una técnica, es su forma de habitar el arte
Sobre su visión del arte y proceso creativo, el artista se define como un perfeccionista “a su manera”. No le gusta corregir sus obras: si algo no queda como espera, prefiere volver a hacerlo desde cero. A menudo deja lienzos incompletos, que a veces se venden tal como están y que a muchos encantan. Para él, el arte debe ser libre, no una obligación.
“Soy perfeccionista, pero a mi modo. Porque a mí me gusta tener el objeto a la vista o el motivo para empezar. Me inspira más, porque si yo trabajo en foto… eso talvez me pasa cuando dejo a medias todo y ya no lo hago. Me tengo que sentir motivado en ese momento. Eso es lo malo de mí, por eso digo que soy perfeccionista, porque si no me gusta no me gusta, en mi manera de pensar. Pero algunos les gusta y se lo llevan”.
Su proceso creativo nace de la observación directa, en espacios naturales como conventos, ríos o parques, tal como lo hizo al pintar al aire libre el convento Santo Domingo de Guzmán, sede del festival, mientras este se realizaba. Dice que trabaja por inspiración, no por apuro. Le inspiran la belleza de Guatemala, llena de paisajes y dice que esto es lo que lo representa, en especial en el extranjero.

“Lo que más me gusta son las artes plásticas, en el campo de las plásticas he manejado varias técnicas o varias corrientes, pero lo que más me ha gustado es el dibujo, eso lo he tratado de perfeccionar y a la fecha todavía siento que me falta porque ahorita con la tecnología hay bastantes herramientas para el arte, se facilita todo y eso me hace ver que soy incapaz todavía”.
Cada obra suya es un testimonio del instante vivido, una conversación entre el artista y el paisaje que lo rodea.
“Lo que me gusta es imitar a la naturaleza, que le encuentren sentido de otra manera”.
Pero también ha vivido momentos duros, como la falta de oportunidades en el departamento y la violencia durante el conflicto armado en la época de 1980, cuando le tocaba arriesgarse e ir a buscar hasta Antigua Guatemala, Sacatepéquez, espacios para aprender sobre dibujo, pintura y el mercado que representa en el país. Fue ayudante en el taller de un pintor y aunque el pago era poco, nunca dejó de luchar por sus sueños, logrando independizarse para dedicarse a lo que él le gustaba más.

“Yo fui esclavo del arte. Lo que pasa es que yo quería aprender y tuve que ser ayudante de pintor, porque en Antigua Guatemala era el único mercado para vender y unos amigos me decían porque no buscas trabajo pues. Yo lo que quería es aprender, entonces me pusieron a hacer retrato, hice bastantes retratos, pero el pago era para el dueño del taller. Tuve una época vendiendo en la sexta avenida (zona 1, ciudad de Guatemala) retratos. Había mucha venta, ahorita ya es menos y es que la pandemia afectó bastante”.
Se considera bendecido por seguir vivo, activo y siempre con ganas de seguir aprendiendo y experimentando con su arte.
“Manejé la carpintería, el tallado, trabajé el barro y la plastilina. También aprendí a manejar la pintura natural y me inquietaba la témpera. Mis primeros colores con los que di color al dibujo son con la témpera, después pasé al óleo. Escuchaba que era el padre de la pintura, inclusive aprendí a elaborar el óleo. Busqué la escuela y después manejé varias técnicas. Ahora estoy experimentando con el agua, es decir, con la acuarela y es una técnica muy difícil porque no se puede corregir”.
Cree que el arte no tiene competencia y que cada persona tiene su propio valor y forma de expresarse. También considera que el arte es una herramienta fundamental para fortalecer la cultura, similar a la lectura, ya que genera conciencia sobre temas importantes como la crisis climática, la crisis ambiental y la escasez del agua, entre otras.
El arte humaniza a las personas
Aunque reconoce que el arte no ha tenido mucho apoyo ni auge en la sociedad, ni por parte de las autoridades, Domingo Morán enfatiza su importancia para humanizar a las personas y preservar las tradiciones culturales y afirma que el arte es un lenguaje universal que comunica sin necesidad de palabras.
“El arte es el idioma universal de la humanidad, porque, aunque sea solo de forma visual se interpretan las cosas y no necesariamente tienen que preguntar. El arte al igual que la lectura es muy importante porque uno se hace más humano”.
En este momento, algunos de sus alumnos también están recorriendo el mundo siguiendo sus pasos.

Sobre los jóvenes que están aprendiendo arte, los anima a descubrir sus propias pasiones, a confiar en sí mismos y a construir una base sólida para su futuro, sea en arte, tecnología o lo que les motive. Destaca que la juventud tiene un papel clave en el desarrollo de sus comunidades, del país y la familia, ya que son el presente de la humanidad.
“Tienen que creer en ellos mismos para desarrollar lo que les gusta, si le gusta la tecnología que lo hagan porque ayuda a facilitar las cosas, pero siempre y cuando sus principios estén basados en un buen cimiento. La juventud tiene bastantes retos en el país, en primer lugar, con su familia porque la familia es la nación. Es mi manera de pensar, hoy es cuando la juventud debe mostrar su capacidad y la capacidad debe depender de sí mismos, porque somos únicos”.
Finalmente, valora el festival del libro como una oportunidad importante para inspirar creatividad y promover la cultura, espacios que deben mantener su belleza y orden, que son esenciales para el proceso creativo.
“Es bien interesante el festival Libro Al Viento porque es una actividad que involucra a toda la comunidad, máxime acá en Alta Verapaz que nos falta mucho ya que también nos ha invadido la tecnología. Al final me hice amigo de todos, contacto humano que a mí me gusta. Hubo libertad de expresión en la participación y fue accesible a la comunidad. Lo que tenemos que hacer ahora es más lectura, porque es el propósito que tiene el festival también. La lectura lo hace más expresivo a uno, hace que uno reaccione como individuo, nos abre más la mente para desarrollarnos en el oficio que nosotros queramos o que aspiramos, porque tenemos que soñar algo bueno. Me sentí como parte de ellos, espero que sigan fomentando más.”
Indicó que no está acostumbrado a que le hagan ese tipo de actividades (homenajes), pero que le hacen recordar su trayectoria, sintiéndose alagado y agradecido por recordarse de su persona, dándole como pintor más compromiso para seguir haciendo de mejor manera lo que le gusta.
Al finalizar el reconocimiento, en un grato momento lleno de sinceridad y humildad, se permitió ver al maestro Domingo Morán Pop profundamente conmovido al escuchar cómo su vida artística ha tocado tantas vidas y conciencias. Un homenaje merecido, lleno de admiración, respeto y gratitud.
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https://prensacomunitaria.org/2025/09/coban-celebra-la-primera-edicion-del-festival-libro-al-viento-2025/




