Migrantes sin papeles enfrentan obstáculos para aprender inglés en EE. UU.

 

Lo que era un examen de nivel ahora se volvió un trámite imposible para miles de migrantes sin papeles. Centros comunitarios en EE. UU. restringen el ingreso a clases de inglés por medidas ligadas a las políticas de Trump.

Por Rony Ríos

Las puertas del aula, que durante años se abrieron para que cientos de migrantes pudieran aprender inglés y mejorar sus oportunidades de integración, hoy se cierran poco a poco por las políticas migratorias adoptadas en la administración de Donald Trump.

Los centros comunitarios en distintas ciudades de Estados Unidos han comenzado a exigir pruebas de ciudadanía o estatus migratorio legal para poder inscribirse en sus programas de educación para adultos. Una medida que, según organizaciones de derechos de migrantes, responde a nuevas regulaciones impulsadas por Trump, y que en la práctica excluye a quienes más necesitan esas herramientas para salir adelante.

Antes, el proceso era simple, cualquier persona interesada en mejorar su inglés podía llegar, presentar un examen de nivel y comenzar sus clases; sin embargo, varios centros comunitarios que atienden a migrantes en Indiana reflejan el cambio.

“Las reglas federales ahora requieren que verifiquemos que todos los estudiantes de educación para adultos sean ciudadanos de los Estados Unidos o tengan un estatus migratorio elegible”.

La lista de documentos aceptados va desde una tarjeta de residencia permanente hasta permisos de trabajo o actas de naturalización. Quienes carecen de ellos, especialmente migrantes indocumentados, quedan fuera de inmediato.

Organizaciones comunitarias han alertado que esta exclusión golpea doblemente a los migrantes sin estatus legal, ya que, se niega el acceso a un servicio educativo básico y gratuito y, a su vez, se refuerza el círculo de vulnerabilidad en el que se encuentran, al limitar sus posibilidades de mejorar sus condiciones laborales y sociales.

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Esta medida forma parte del endurecimiento de las políticas educativas y sociales hacia los migrantes durante el gobierno de Trump. Aunque en algunos estados y ciudades existen programas alternativos financiados por organizaciones sin fines de lucro, la mayoría de los fondos federales para educación de adultos ahora está condicionada al estatus migratorio.

Este tipo de acciones se suman a otras iniciativas que buscan reducir el acceso de migrantes indocumentados a beneficios básicos como salud, vivienda y asistencia alimentaria.

Foto: Chris Council

La barrera del idioma

A las dificultades para integrarse a una nueva cultura, el presidente Donald Trump ha implementado nuevas barreras que buscan que los migrantes retornen a sus países; uno de estos obstáculos fue la de limitar la enseñanza del inglés.

En marzo el presidente Trump firmó una orden ejecutiva para oficializar el inglés como idioma de los Estados Unidos, antes de ello el país no tenía un lenguaje oficial, lo que favorecía a la atención multilingüe en los servicios estatales.

Sin embargo, esta medida podría alienar a los migrantes y hacerles más difícil obtener servicios gubernamentales, el llenado de formularios de salud o manifestar sus deseos a través de las votaciones.

En julio el Departamento de Justicia también instruyó a todas las agencias federales a reducir la cantidad de servicios multilingües que ofrecen

Además, desde agosto el gobierno eliminó la regla que obligaba a las escuelas a apoyar a niños inmigrantes para aprender inglés, por lo que los programas podrían afectar a cinco millones personas que utilizaban estos programas. Esta serie de acciones afectan gravemente a los guatemaltecos y el resto de los hispanohablantes que no pueden acceder a cursos de inglés.

Para los migrantes, no aprender inglés representa una barrera que los deja atrapados en empleos precarios y con menos posibilidades de defenderse de abusos. “Sin inglés, uno se siente mudo. No puede reclamar, no puede avanzar”, relata María, una migrante guatemalteca que desde hace tres años asistía a clases gratuitas y que ahora ya no podrá inscribirse.

Mientras tanto, los centros comunitarios intentan ofrecer alternativas: tutorías voluntarias, espacios de conversación en iglesias o clases privadas de bajo costo, pero los espacios para aprendizaje gratuito se ven mermados.