El líder y cantautor de la banda Aj B’atz Rock, Benigno Simón, falleció dejando un legado de música y resistencia cultural en Guatemala. Como voz principal del grupo, fusionó el rock con instrumentos tradicionales mayas para difundir mensajes de identidad, justicia social y defensa de los pueblos originarios durante más de 15 años.
Por Joel Solano
Benigno Simón era originario de Hacienda María, al norte del municipio de San José Poaquil, Chimaltenango. Desde joven se destacó por su pasión musical, que cristalizó en Aj B’atz Rock, un grupo comprometido con las comunidades marginadas. Su arte se convirtió en herramienta para denunciar la violencia del conflicto armado, la destrucción ambiental y la discriminación hacia los pueblos indígenas.
En 2007 la banda fue reconocida con el premio Garra Chapina Rock Festival, gracias a su innovadora fusión de marimba, chirimía y guitarra eléctrica.
Además de músico, Simón fue docente en el caserío Patóquer durante 29 años y un profundo guardián de la cultura maya. “La verdadera música nace del corazón de los pueblos”, decía, frase que hoy resume su obra. El artista falleció el pasado 14 de agosto.
Una vida dedicada a la comunidad
Su hija, Brenda Margarita Simón, recuerda que la música siempre fue parte esencial en la vida de su padre. En 1990 formó parte del coro del seminario San José en Sololá, donde empezó a componer. Entre 2000 y 2002 fundó el grupo Qojomab’atz’, que evolucionó hasta convertirse en Aj B’atz Rock en 2012.
Entre sus composiciones más recordadas están Soledad, Chi La’ Pa Nujuyu’, A mi Poaquil, El Grito, Nos volveremos a ver, entre otras, interpretadas en distintos escenarios y festivales nacionales.

Pero su aporte trascendió la música. Participó en 24 proyectos sociales, entre ellos la fundación del proyecto Ru Kotzijal María en 1986, la organización de la feria patronal de Hacienda María y la gestión para llevar energía eléctrica al sector centro en 1996. También fue fundador del Movimiento de Artistas Mayas Ri Ak’ux, que reúne a cientos de creadores en Sololá.
El artista multifacético
Su hija Mádelyn Simón lo recuerda como un hombre incansable. “Mi papá hizo música que hablaba de las luchas. Se inspiró en su propio padre, Tereso Simón Mux, quien fue víctima del conflicto armado interno, donde fue secuestrado. Buscaba cambios en la sociedad y decía: ‘Las palabras no bastan, cántala’”.
Benigno fue seminarista, policía, militar, cartógrafo, árbitro federado, maestro y artista con más de 15 años de trayectoria. Su nahual, B’atz’, significa “hilo” o “música”, y Aj B’atz’ se entiende como “los músicos”.
Entre sus anécdotas familiares, Mádelyn cuenta que incluso enfermo se quitaba el suero para ir a trabajar como árbitro: “Nos enojábamos con él, pero siempre decía que el trabajo era primero. Era muy disciplinado”, recuerda.
Benigno transmitió su amor por la música a sus hijos Alex, Brenda y Mádelyn, así como a su sobrino Wilmedy, quien lo acompañó en sus últimas presentaciones. Aunque advirtió a sus hijas sobre lo difícil que era vivir del arte en Guatemala, les inculcó el valor de expresarse.
“Encontró en la música una forma de resistir y de protegernos. Nosotros cantamos, pero él nació con ese don”, dice Mádelyn.
Recuerdos y homenajes
La noticia de su fallecimiento conmovió a colegas y amigos, como a Alicia Sen, originaria de Tecpán Guatemala, quien lo conoció en 2010 al fundarse el movimiento de artistas mayas Ruk’ux, surgido tras el asesinato de Lisandro Guarcax, del grupo Sotz’il.
“Beny -como cariñosamente lo llamaba- compuso una canción en homenaje a Lisandro y nos entregó un reconocimiento que aún guardamos. Siempre fue un artista comprometido con su comunidad y con las luchas de los pueblos originarios. Cuando supe de su partida se me rompió el corazón”, recuerda Alicia.
Benigno también fue parte de Ajpatän, un espacio que reúne artistas mayas de diversas disciplinas. En 2023 y 2024 participó en ceremonias en Iximché, siempre presente en la defensa del arte y la cultura maya.
Su música, especialmente en el idioma Kaqchikel, fue un acto de resistencia cultural y política, por lo que Sen considera que ese fue su mayor aporte. “Escribir y cantar en nuestro idioma materno fue un acto de revolución. Nos demostró que el arte puede reivindicar nuestra identidad y abrir caminos para nuevas generaciones”, enfatizó.
Benigno dejó un legado profundo como maestro, líder comunitario, músico y defensor de la cultura maya. Su hijo continúa con el grupo Aj B’atz Rock, con la esperanza de mantener viva la música y el mensaje de quien enseñó que, en palabras suyas, “las palabras no bastan, cántala”.




