Por Dante Liano
El apocalíptico debate entre progresistas y derechistas extremos, en los Estados Unidos, puede ser abrumador y, en algunos casos, mortal. En el sentido literal del término: esa contienda produce muertos de verdad como una guerra silenciosa que comprende atentados, palizas, abusos y amenazas. Nada extraño en un país en donde la gente puede andar armada por una extraña interpretación de las libertades del ciudadano. Un ejemplo de esa batalla, que de ideológica pasa a ser física, se puede encontrar en un artículo de Mark Warren (A Death in Alabama), aparecido en Esquire (abril-mayo 2024) y merecedor del Premio Pulitzer. Allí se cuenta la inconcebible historia del pastor Fred Copeland y cómo pasó de una vida feliz a una muerte cierta en solo tres días. Copeland era el pastor principal de la Primera Iglesia Bautista, de Phenix City, Alabama. Era muy conocido en esa ciudad, y también en los alrededores, por una empatía casi sobrenatural, por su devoción hacia los demás, y por la efectiva obra social que lograba realizar en la Iglesia. La forma en que se convirtió en pastor bautista no está exenta de curiosidad. En su primer matrimonio, fue yerno del Dr. Eugene Langner, un bondadoso hombre que desempeñaba el cargo de sacerdote en esa iglesia. Cuando Langner murió, en 2013, Copeland heredó el cargo, no obstante se hubiera divorciado de la hija Merigail. Fue un divorcio amable, que dejó un vástago, Carter, a su vez un hombre honesto y devoto. Copeland era también alcalde de la cercana ciudad de Smith Station, y allí se había ganado la confianza de los ciudadanos con una gestión solidaria y pragmática de las cuestiones administrativas. Quizá para que la gente lo sintiera más cercano, Fred decidió autoimponerse un apodo y escogió el improbable “Bubba” con que todos los conocían. Quiere la fama que los hombres gordos sean de buen natural. Bubba era rechoncho, con esa inofensiva bonachonería de los gordinflones. Hasta el 1 de noviembre de 2023, Día de Todos Santos, la vida de Bubba parecía la de un hombre feliz y en armonía con el mundo. No contaba con la ferocidad de los moralistas y de los ideólogos. No contaba con el odio que se despierta y riega en las redes sociales. No contaba con la existencia de la maldad, que se impone en tu vida cuando menos te lo esperas. Demos un paso atrás.
En su artículo, largo y detallado, Warren relata la historia de Bryan Dawson, un joven nacido en Colorado Springs, una pequeña ciudad del centro de los Estados Unidos. Su turbulenta juventud desembocó en una existencia problemática, como la de tantos muchachos en esas regiones. Lo sorprendente no es eso. Lo que sorprende es lo que viene después. Cada quien cuenta su vida como se la imagina. Dawson relata la suya como si él fuera una reencarnación de San Pablo. En efecto, a un cierto punto, tuvo su fulguración en el camino de Colorado. Se convirtió al cristianismo y esa conversión lo transformó en un radical seguidor de la Biblia y en perseguidor y castigador de lo que consideraba indecente. Amigo de la escena y la publicidad, escribió un libro autobiográfico en donde conmemora sus gestas juveniles y la superación de ellas a través de la conversión. Se trasladó a Alabama para asumir su nueva personalidad. Concedió numerosas entrevistas en donde elaboraba autorretratos hagiográficos: de pecador a santo. Pronto comprendió la importancia de Internet y su difusión masiva. Por ello, fundó un periódico en línea llamado “1819 News”. 1819 es el año en que Alabama se convirtió en Estado. La finalidad del periódico coincide con la de la vida de Dawson: restablecer en el mundo los antiguos valores de Alabama, o sea, restituir las normas imperantes en el Antiguo Testamento, que son las reglas de un estado tribal y guerrero. Por eso, su combate a lo que considera pecado es implacable y sin compromisos. Lamenta que la iglesia evangélica haya olvidado la espada y su lucha contra las ideas liberales es total y devastadora. Critica al sector progresista de esa iglesia, pues lo considera, sin ironía, propaganda comunista.
A finales de octubre de 2023, los caminos de Copeland y Dawson se cruzan. Cada uno representa un sector de la misma religión, pero la inclemente virtud de Dawson no admite compasión, ni siquiera para sus correligionarios. Por una casualidad irreparable, Dawson descubre que Bubba Copeland, el buen pastor de Phenix City, lleva una doble vida. ¿Cuál es el terrible pecado de Bubba? Parece que, desde niño, Copeland se había aficionado a vestirse y maquillarse de mujer. Entre las insondables fuentes de placer que agobian a los seres humanos, esa podría ser una, en cierto sentido, ingenua y digna de comprensión. El error del predicador de la Primera Iglesia Bautista fue hacer circular, en algunas redes sociales privadas, fotos suyas en donde aparece convertido en una graciosa gordita. Los comentarios de sus pocos admiradores no pasan de llamarlo “muñeca”, y la afición del pastor no supera la comicidad. Para Dawson, en cambio, es motivo de escándalo, pecado y corrupción. El primero de noviembre se publica, en 1819 News, un primer reportaje en donde se denuncian los secretos de Bubba Copeland. Ahora bien, una cosa sería si esa “noticia” hubiera sido publicada en Nueva York, en Madrid o en París. Otra cosa si se difunde en pequeños centros del sur de los Estados Unidos. Para el dos de noviembre, todo el mundo, en Phenix City y en Smith Station murmuraba. El cotilleo creció de hora en hora y Bubba Copeland se sumió en la vergüenza. Sin embargo, no perdió el ánimo y trató de contactar a la redacción de 1819 News para frenar la difamación. Los inquisidores se sentían en cambio, satisfechos, y los comentarios de los lectores, al pie de la noticia, eran terribles, como solo pueden ser las redes sociales que se amparan en el anonimato y en el odio. Minuto tras minuto, la fama de Copeland se desmoronaba como una pared de adobe delante de una pala mecánica.
El tres de noviembre, la redacción de 1819 News decidió publicar otra revelación. Habían descubierto que el Copeland había publicado, con su segunda personalidad, cuentos eróticos bastante malos y bastante splatter. Uno de ellos cuenta la persecución y muerte de una mujer a manos de un transgender paranoico enamorado de su marido. Tales fantasías, como casi todas las fantasías sexuales de los seres humanos, eran perversas y cruentas. Abrumado por la publicación de la segunda revelación, el pastor bautista decidió suicidarse, casi en público, visto que la ignominia había sido pública, también. Mandó varios mensajes a sus amigos y a sus hijos, declarándoles su afecto, y todos comprendieron la decisión. Lisa Deason, que había sido su directora de comunicaciones en Smith Station, fue a buscarlo a su casa. Le suplicó que no tomara esa decisión fatal, pero Bubba insistió en su determinación. Ella se le abrazó, para no dejarlo subir a su pick up, pero evidentemente él era más fuerte, y se deshizo de la mujer. Subió al vehículo y se marchó hacia su mortal destino. Por su parte, el sheriff del condado de Lee lanzó una alerta para detener a Copeland. Carter, el hijo, subió a su automóvil y comenzó a buscarlo desesperadamente. Al fin, consiguió comunicarse con él, y la conversación fue la última que tuvieron. Carter le suplicó que no lo hiciera y le reafirmó su afecto. A un cierto punto, la comunicación se cortó. Bubba Copeland se había disparado un balazo en la sien con una calibre 38. La labor de los virtuosos defensores de la decencia se había cumplido. Hasta el momento, no se arrepienten de sus actos, sino que reivindican su trabajo con frases hechas: la libre expresión, el libre ejercicio del periodismo, la obligación de contar la verdad, como si los albañales fueran la fuente sagrada de la revelación.




