Solamente Estados Unidos e Israel defendieron los ataques israelíes en la Franja de Gaza. El resto dieron un discurso neutro abogando por el respeto de los derechos humanos, pero sin escoger un bando al cual apoyar; en este amplio grupo se posicionó Guatemala.
Por Rony Ríos
La Asamblea General de la ONU (UNGA-80) celebrada en Nueva York, Estados Unidos, estuvo marcada por un hecho inédito en los últimos años, ya que más de 30 países se pronunciaron abiertamente a favor de Palestina y condenaron la ofensiva israelí en la Franja de Gaza. En la Asamblea, 90 delegaciones hablaron sobre la guerra de ocupación de Israel a Palestina, más de un tercio se manifestó a favor de los palestinos.
Entre los estados que se posicionaron a favor de Palestina destacaron Sudáfrica, Namibia, Indonesia, Qatar, Argelia, Colombia y varios países del Caribe y África, quienes calificaron como genocidio, masacre o crímenes de guerra las acciones israelíes.
Sudáfrica, por ejemplo, respaldó su demanda en la Corte Internacional de Justicia y afirmó que en Gaza se cometen actos que “encajan en la definición de genocidio”. Namibia, en su primera participación presidencial, utilizó un lenguaje similar, mientras que Qatar denunció que las negociaciones de alto el fuego eran “torpedeadas deliberadamente” y exigió la “protección inmediata de la población civil palestina”.
No solo los países africanos fueron críticos contra Israel, en Latinoamérica, estados como el de Colombia fueron muy contundentes con Israel, fieles a sus acciones tomadas en 2024 cuando rompieron relaciones diplomáticas con ese país.
Además, el presidente Gustavo Petro arremetió contra su homólogo de Estados Unidos, calificándolo como “cómplice del genocidio” y recordando que el foro completo de las Naciones Unidas era testigo del genocidio cometido por Israel.
Petro también propuso la creación de una fuerza internacional (no cascos azules) para detener lo que calificó de genocidio en Gaza y su delegación se retiró del salón de reuniones cuando Israel iba a pronunciar su discurso porque no querían “legitimar con nuestra presencia un discurso que justifica la guerra y la ocupación”.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, se unió al clamor en favor de Palestina y dijo que “los ataques de Israel contra los palestinos en Gaza son comparables a la persecución de los judíos durante el Holocausto”, comparando a Israel con la Alemania nazi.
Asimismo, Boric pidió que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, sea llevado ante la Corte Internacional de Justicia para responder por sus crímenes.
Previo a la Asamblea de la ONU, también el Reino Unido, Canadá, Australia y Portugal reconocieron al Estado palestino como medida de presión para iniciar el proceso de paz a una guerra que ya ha dejado más de 65 mil gazatíes fallecidos.
Antes de la UNGA-80, el gobierno británico sancionó a los ministros israelíes Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich por “incitación reiterada a la violencia”, prohibiéndoles la entrada al país y congelando sus activos. En 2024 también suspendió exportaciones de armas a Israel argumentando riesgo de violaciones al derecho internacional humanitario.
Canadá ha manifestado que Israel tiene derecho a defenderse, pero que “la manera en que lo hace importa”, mostrando preocupación por la magnitud de la crisis humanitaria y el ataque desmedido en la Franja de Gaza.
Estados Unidos e Israel, las voces disonantes
En contraste, Estados Unidos e Israel fueron los únicos que defendieron abiertamente las operaciones militares israelíes.
El presidente Donald Trump, en su discurso, pidió “parar la guerra en Gaza inmediatamente” y reclamó la liberación de rehenes, pero rechazó el uso del término genocidio y cuestionó el reconocimiento unilateral de Palestina.
El presidente estadounidense también calificó como terroristas al grupo de Hamas, quien, según él, fue quien inició la guerra, por lo que Israel tenía derecho a defenderse. El 7 de octubre de 2023, Hamas atacó distintos puntos de Israel, en el que se reportaron más de 1 400 personas muertas y unas 250 tomadas como rehenes.
Israel, por su parte, centró su intervención en justificar sus acciones como una respuesta legítima al terrorismo, y rechazó toda narrativa que las califique de crímenes de guerra o genocidio.
Una mayoría neutra
Fuera de este grupo de delegaciones que tomaron partido, la mayoría de los Estados —más de un centenar— adoptaron un enfoque neutro, pidiendo el cese de hostilidades, corredores de ayuda humanitaria y respeto del derecho internacional, pero sin apoyar explícitamente a ninguna de las partes.
En este grupo se situaron países europeos como Alemania, Francia, Italia, Suecia y Suiza; potencias asiáticas como Japón, India y Corea del Sur y así como varios países latinoamericanos como Guatemala, que en el discurso de Bernardo Arévalo pidió diálogo, respeto al derecho internacional y protección de la población civil, evitando pronunciarse en favor de alguno de los bandos.
Estos países fueron firmes en exigir acceso humanitario y la protección de civiles, muchos de ellos indicando que la guerra no puede justificar la violación de los derechos fundamentales.
Varias delegaciones, como la de España e Irlanda, abogaron por la defensa humanitaria. El rey Felipe VI, quien sustituyó al presidente español Pedro Sánchez, calificó la operación en Gaza como una “masacre” y un “acto aberrante”, pero que no quiso calificar de genocidio o crímenes de lesa humanidad.




