La población sumpanguera organiza varias actividades por su feria patronal que acompañan a la procesión en honor a San Agustín cada 27 y 28 de agosto, como el baile del Torito y el baile de los Antiguos Gigantes. Este último se remonta a varias décadas y la familia Mazate lo mantiene vivo.
Por Joel Solano
Para el pueblo de Sumpango ha sido importante la conservación del baile de los Antiguos Gigantes, que esperan cada año como parte de su feria patronal que inicia cada 18 de agosto con el novenario a San Agustín y finaliza en la octava, el 28 de agosto, 8 días después del mero día que se festeja.
La rejunta, una reunión de danzadores y bailarines, previo a presentarse el 28 de agosto, se realiza cada 27 de agosto. Este baile se prepara entre junio y julio.
En esta actividad participan marimbistas, bailarines y los micos, estos últimos son los únicos que van vestidos de monos y son ellos los que sirven alimentos a las personas que dan vida a los gigantes para bailar durante el recorrido de la procesión que acompañan el 28 de agosto.
Los rostros de los gigantes están fabricados de madera de cedro, el cuerpo es un bastidor que está formado por reglas cubiertas con trajes que elabora la familia Mazate, incluyendo los collares que portan en el cuello y otros accesorios. Ya formados los bailarines se introducen adentro del bastidor para cargarlos en sus hombros y así iniciar en baile.

La caracterización de los gigantes es una actividad que demanda mucha energía, por ello cada gigante tiene tres bailarines que se van turnando durante el recorrido.
Augusto Mazate, de 64 años, ayudante de albañil, y su familia ha preservado la tradición del baile de los Antiguos Gigantes, que heredó de sus abuelos. Dice que la rejunta es una reunión de los danzadores o bailarines previo a presentarse. La danza se prepara entre junio y julio.
Mazate dice que este año no pudieron realizar la rejunta, por la falta de tiempo y recursos económicos ya que lo realizan en familia. Por eso solo se presentan en la festividad de San Agustín.

Los ensayos se realizaban días antes de la feria patronal y en algunos casos son solicitados por personas particulares para que se realice en sus hogares. Según la tradición, se solicitan porque en los hogares hay malos espíritus, por eso las familias piden que los gigantes bailen en sus hogares para ahuyentarlos, como hicieron cuando llegaron al municipio, en el siglo 1800.
Como representante del Baile de los Gigantes don Augusto comenta que varias personas lo apoyan, entre ellos dos de sus hijos. Pero esto requiere de mucha organización, ya que tiene cuatro gigantes a su cargo.
Para ello necesita 12 bailadores, tres personas para cada gigante. Para que se puedan ir turnando, porque sostener la estructura de cada gigante y al mismo tiempo bailar es una actividad cansada.
Los bailarines acompañan la procesión en honor a San Agustín. Su intención, dicen, busca motivar a la población y que los visitantes disfruten de las tradiciones. Quienes lo deseen pueden dar un aporte económico para la continuación de la misma.
Los ensayos
Los ensayos se realizan con anticipación. Por lo pesado de las estructuras de los bailarines que las cargan necesitan adaptarse, deben contar con buen equilibrio de lo contrario pueden botarlos. Estos preparativos sirven para que el día que se presenten.
El baile y la conservación de las figuras ha pasado por varias generaciones. Para la familia Mazate son un patrimonio, aunque se desconoce desde hace cuántos años se realiza en Sumpango, dijo don Augusto.
La familia Mazate heredó la tradición
Este año se retocaron las figuras de los gigantes con recursos propios. A diferencia de otras organizaciones, como las cofradías, ellos costean los gastos que realizan para acompañar la procesión de San Agustín.
Don Augusto dice que a cada uno de sus hermanos sus difuntos padres les heredaron el cuidado de un gigante. A él le correspondió Margarita, así se llama una de las gigantes. Previo a que su papa recibiera este cargo, su abuelo la cuidó por muchos años y a él le corresponde ahora como una tercera generación.

Según la tradición oral, el baile de los gigantes llegó al municipio en la década de 1800, pero no se sabe quiénes se los vendieron a sus abuelos, que los compraron cuando ya eran ancianos.
Según los datos con los que cuentan, las figuras se las compraron a José Ángel Mazate y Justo Lol, este último era pintor y cuando se deterioraban los rostros se encargaba en retocarlos. También se dedicaba al oficio de fabricar máscaras desde hace muchos años.
El papá de don Augusto, Carlos Mazate, y su madre Ramona Laroj, les dejaron estas reliquias. “Éramos cuatro hermanos, a mis dos hermanas les dejaron uno cada una y a mí y mi hermano nos dejaron los otros dos. Aunque muchas personas les pidieron a mis papas que se los vendieran, mi padre respondía que no, ‘se quedarán con mis hijos, porque es para san Agustín’”, recordó Augusto.
Previo a que ellos iniciaran con esta tradición familiar los gigantes solo se alquilaban a asociaciones. Sin embargo, cuando don Carlos aún estaba vivo lo alquilaron pero botaron al gigante Juan. Desde entonces tomó la decisión de no hacerlo más. Desde hace cinco años la familia realiza este baile en la festividad de San Agustín.

Para realizar la danza contratan una marimba con por 3 o 4 músicos, pero la falta de recursos les complica la organización anual, ya que también requieren de mantenimiento de cada parte de los gigantes. En 2025 lo coordinó nueve días antes de la feria, solicitando y buscando que bailarines lo apoyaran voluntariamente para presentar el baile.
En la actividad participa mi esposa, dice Don Augusto. Ella prepara un delicioso pepián con un vaso de horchata, que es lo que se comparte con los bailarines al terminar su participación en la feria de Sumpango.
El origen de los Gigantes
Don Augusto cuenta que estos los Gigantes tienen su origen desde que se fundó el municipio, hace aproximadamente unos 200 años. Cuenta la población que estaba sumergido en una situación donde malos espíritus los atormentaban.
Entonces los gigantes que habitaban las montañas del astillero del municipio bajaron para ahuyentar a esos malos espíritus. Llevaban hachas y pañuelos para ahuyentarlos, “por eso vemos en sus manos esos pañuelos o en las empuñaduras de los gigantes como si llevaran un hacha”, dice sobre la escenificación actual que se hace de esa historia.
Agrega que los gigantes iban acompañados de dos micos y por eso participan en el baile, desde ahí dijeron los cofrades de San Agustín “por lo que hicieron por el pueblo, que se queden”.

La primera giganta se llama Margarita, es de tez clara; Maruca y Juan, que tiene un sombrero, son de descendencia afroamericana; y José el “canche”, son los nombres que le dieron los abuelos desde que se inició con esa celebración, aunque no se sabe por qué.
Don Augusto cuenta que cuando se acerca la fecha de la feria en honor a San Agustín sueña con los gigantes, especialmente con Margarita. Dice que en los días previos a la feria ellos se ponen felices y aparecen en sueños.
En una ocasión la soñó en una de las calles, de su vecina doña Aurora y veía como la gigante bailaba. “Ellos escuchan y se ponen felices, como nos dicen los abuelos mayores ‘no los vendan porque ya tienen espíritu, antes que les pase algo no les hagan daño, más bien adórenlos’”.
Para esta actividad no hay actos ceremoniales, pero los abuelos dicen que se les debe de rendir cuentas. Augusto recuerda que en una ocasión uno de los abuelos le dijo que le pasara un octavo de licor y unas candelas para pedirles protección antes de bailar.

Previo a iniciar el recorrido en la festividad de San Agustín, realizan una presentación frente a la casa de don Augusto con el acompañamiento de la marimba que interpreta algunos sones. Luego se dirigen frente al atrio de la Iglesia católica de Sumpango, ahí se arrodillan frente a san Agustín, el patrono del municipio. Luego la cofradía cubre a los bailarines y a los gigantes con incienso que posteriormente acompañan la procesión a partir de las 9:30 de la mañana para recorrer las principales calles como todos los años desde que se inició la actividad.
La actividad es conocida en otros territorios del país. Por ejemplo, se han presentado en Santa Rosa de Lima, Santa Rosa; y en Siquinalá, Escuintla. Pero las mayores presentaciones las han hecho en Sumpango, Sacatepéquez.
Un baile que se niega a morir
Eduardo Mazate, hijo de don Augusto, relata que su papá muestra entusiasmo cuando se acerca la fecha de la feria y mantiene las ganas y el deseo de bailar para recordar a su difunto abuelo que fue muy entusiasta para organizar las actividades y él quiere recordarlo y mantener esa enseñanza.

Para él, conmemorar la memoria de todas las personas que fueron antiguos bailadoras o dueñas es seguir festejando a su patrono, San Agustín Obispo, cada 28 de agosto, y dar a conocer un poco de la historia y tradiciones a las personas y visitantes de Sumpango.
Sin embargo, tiene la esperanza que la juventud se interese y le dé continuidad a esa tradición familiar, que lleva ya varias generaciones de ser parte del baile de los Antiguos Gigantes de Sumpango Sacatepéquez.




