La jueza Abelina Cruz ordenó que Rubén Darío Morales enfrente juicio por ejecución extrajudicial en grado de complicidad y falso testimonio en el caso del asesinato de onseñor Juan José Gerardi, ocurrido en 1998.
Por Prensa Comunitaria
Rubén Darío Morales García, exintegrante del Estado Mayor Presidencial (EMP), enfrentará juicio señalado de participar en los delitos de ejecución extrajudicial en grado de complicidad y falso testimonio en el caso del asesinato del obispo Juan José Gerardi, ocurrido en abril de 1998.
La jueza de Mayor Riesgo “D”, Abelina Cruz, ordenó el juicio contra Morales por considerar que hay pruebas en su contra que deben ser analizadas por un tribunal. El debate será conocido por el Tribunal de Mayor Riesgo D y la audiencia de ofrecimiento de pruebas fue programada para el 22 de septiembre.
Morales García, quien permaneció prófugo durante varios años, hasta que fue deportado desde Estados Unidos y capturado en Guatemala en abril pasado, era el único imputado que aún tenía una orden de captura activa por este crimen.
Durante la audiencia realizada el 25 de agosto pasado donde se resolvía si Morales enfrentaría juicio, la fiscalía especial presentó medios de prueba que, a su criterio, demuestran la implicación del procesado tanto en el asesinato como en la alteración de su testimonio durante la primera fase del caso, en la que ya se dictaron condenas. Por ello, pidió que el acusado sea enviado a juicio. En tanto, la defensa de Morales señaló este martes 16 de septiembre
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El caso se reactivó
El pasado 26 de abril se cumplieron 27 años del asesinato de monseñor Juan José Gerardi Conedera, uno de los crímenes más emblemáticos de la historia reciente de Guatemala. Nacido en la ciudad capital en 1922 y ordenado sacerdote en 1946, Gerardi fue nombrado obispo de Quiché en 1974, donde enfrentó una de las etapas más difíciles de su vida pastoral. Allí presenció masacres, persecuciones y asesinatos contra catequistas y sacerdotes, hechos que denunció de manera constante, aun a riesgo de su propia vida.
En 1980, tras conocer sobre un atentado en su contra, abandonó Quiché como un acto de denuncia ante la violencia sistemática contra la Iglesia católica. Su experiencia en ese departamento lo marcó profundamente: descubrió, según relataría más tarde, “las dos Guatemala”, la urbana y la rural, y con ello la realidad de exclusión y desigualdad que vivía la mayoría de la población.
Años después, el 24 de abril de 1998, Gerardi presentó en la Catedral Metropolitana el informe Guatemala Nunca Más, resultado del Proyecto Interdiocesano REMHI, que recogió miles de testimonios sobre violaciones a los derechos humanos durante el conflicto armado interno. “Nos interesaba conocer para compartir la verdad, reconstruir la historia de dolor y muerte… ver la raíz de la injusticia y la ausencia de valores”, expresó en su discurso. Apenas dos días más tarde, la noche del 26 de abril, fue asesinado en la casa parroquial de la iglesia San Sebastián, en la zona 1 de la capital, cerrando con violencia la vida de un obispo que se convirtió en símbolo de verdad y justicia.
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