Revelaciones de la histórica cumbre de Alaska

 

Por Miguel Ángel Sandoval

Hace unos 40 años Occidente y, de manera particular los EE.UU., hacían cuentas alegres con lo que se observaba en la antigua URSS que había dado paso a la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y más tarde a la Federación Rusa, que es en donde estamos. Ello ocurre de forma temporal en 1991. Con la disolución de la URSS se entra en un periodo de inestabilidad, disolución, fin de época y, sobre todo, se considera que el socialismo llegó a su fin. A continuación, el modelo socialista se pone en cuestión, y se asume que la URSS fue derrotada, vencida y con ello el capitalismo a escala mundial había triunfado.

Son los años de desmantelamiento de la economía socialista y su conversión en una de mercado. Todo se privatiza y aparecen grandes fortunas. Parecía que solo quedaba pendiente la balcanización de ese inmenso país. Son cambios que no se habían previsto, es el surgimiento en muchos niveles de formas de descomposición social y política. Pero el pueblo ruso y sus dirigentes, su historia y sus fortalezas supieron recuperarse y con cambios obvios, dicen ahora: “aquí estamos”.

Es el momento que la hegemonía total de los EE.UU. se había impuesto en el mundo. En ese contexto, en entrevista por TV, le preguntan a Fidel Castro: ¿Quién gano la guerra fría? y Fidel respondió, “sin ninguna vacilación: EEUU”. Son los años del neoliberalismo en su más alta expresión, de la construcción de ideas sobre el pensamiento único, el fin de la historia o de las ideologías. Pero no habían cambiado las realidades mundiales. Eso lo afirmó el expresidente Castro, cuando la hegemonía casi absoluta estaba sin dudarlo, en manos de los EE.UU. y sus aliados europeos y orientales.

Pero se olvidaron que durante esos 40 años, la antigua URSS, ahora Rusia, se dedicó a mejorar sus condiciones internas, a prepararse para un conflicto que veían como inevitable, y en silencio se fue preparando. Es cierto que el modelo del socialismo fue abandonado, no se sabe aún si de forma total y definitiva o de manera que con ajustes el tema de fondo continuaría. De todas formas, los enemigos del socialismo y de la URSS pensaron que el rol de Rusia en el mundo era “cosa juzgada”. La rusofobia vivió sus mejores momentos. Era la Europa colonialista y la Rusia eslava.

Es el pensamiento único o del fin de la historia o de las ideologías, y muchos entienden ahora que los procesos sociales políticos e históricos no pueden reducirse a fórmulas coyunturales salidas de la academia, que no toman en cuenta todas las variables posibles y que forman parte del análisis concreto. Es algo que los gobernantes actuales, que muchos de ellos no habían nacido a la vida política al momento de la implosión de la URSS, están apenas entendiendo… Creyeron que su propaganda sobre el muro y su destrucción, eran suficientes para la hegemonía y gobernanza mundial.

Hoy estamos ante una situación que nadie imaginó y que algunos aun lo viven como la realidad existente, y esa realidad nos dice que Rusia con China son los líderes visibles de los BRICS, mientras los EE.UU. se inician en una crisis interna de pronóstico reservado y sus más fieles aliados, los europeos occidentales, viven una especie de fin de régimen con los gobiernos socialdemócratas que ven como todas sus estructuras, están a punto de implosión. La crisis de Ucrania nos lo dice con creces.  El fin de la guerra y la firma de la paz se negocia entre la Rusia y EE.UU., sin los europeos ni los ucranianos. No son buenos ni de acompañamiento, ni de invitados de piedra.

Todos estos temas nos los pone de nuevo en la mesa la cumbre de Alaska. Los EE.UU. y Rusia, como los titanes, son motivo de una expectativa mundial. Son dos actores que discuten el fin de la guerra en Ucrania y las garantías para la seguridad de Rusia que fueron planteadas en las reuniones y acuerdos de Minsk. En esa ocasión, la acción de los países europeos, caracterizados por analistas serios, como una partida de perritos chihuahua, incapaces de definir nada pues se habían acostumbrado a vivir bajo el alero de los EE.UU., enseñaron su incapacidad de entender las realidades de la época actual. Pensaron que vivían en la época que fueron fuertes con sus imperios coloniales, pero su retórica se mantuvo en una época que ya no era la que recordaban.

En la crisis ucraniana, los europeos presos de su rusofobia estructural, como perritos falderos de los EE.UU., bombardearon los Acuerdos de Minsk, dieron recursos logísticos a las tropas ucranianas, mantuvieron incólume la imagen de Zelensky que no era más que un producto de las operaciones encubiertas de los EE.UU. en Ucrania, y juraron luchar hasta el último ucraniano, pero nunca entendieron que su rol era de comparsas de la potencia, venida a menos, como vemos ahora en la cumbre de Alaska. Europa quedó fuera del encuentro y ahora ruegan sin éxito por un lugar en esas negociaciones, pero no tienen nada que ofrecer, ni aun su propia incompetencia.

Asistimos en Alaska a una dura lección de geopolítica, a una experiencia de la Realpolitik, antes que expresiones ideológicas fuera de época o a expresiones como la rusofobia, consustanciales de la altanería europea que ya deberían de entender que no significa nada que sea serio y fuera de los discursos heredados de su pasado colonial. Alaska nos dijo: Europa ya es el pasado, mientras que EE.UU., lucha por recuperar algo de su importancia mundial, pues la hegemonía está en absoluta disputa. Mientras Rusia, China y los BRICS, son, en las condiciones actuales, y que se exponen: el futuro. Gracias Alaska.