Por Miguel Ángel Sandoval
En redes sociales circulan videos de la expulsión del recién nombrado director, encargado o interventor, de la Escuela de Psicología. La imprecisión es debido a que ese nombramiento fue realizado sin la participación estudiantil y ella, como se sabe, es algo que ocurre en la USAC de manera histórica. Hay gobiernos bipartitos incluso tripartitos, pero en todo caso, nunca sin los estudiantes. Por ello y muchas razones más es que el innominado fue expulsado el día que intentó ocupar el cargo en Psicología. Expulsado y abucheado.
El hilo de esta historia no es muy difícil de entender. Resulta que el Consejo Superior Universitario, en su calidad de usurpador pues todos ya vencieron el período para el cual fueron electos, insisten en mantenerse en forma ilegal en el puesto y, con ello, dar la “legitimidad” al jefe de los usurpadores, el fraudulento Mazariegos. Quisieron imponer en Psicología, a un abogado, no a un egresado de la facultad de psicología. Es el colmo de la chapucería y de la ilegalidad e irrespeto por todos los usos y costumbres en la tricentenaria. Es como si se impusiera o tratara de imponer a un arquitecto en veterinaria, a un filósofo en economía.
Ahora que se quieren imponer a puro huevo los achichincles del usurpador Mazariegos, sin tomar en cuenta la calidad académica y menos los procesos de elección democrática que en la Universidad se han creado desde hace muchísimos años y que le han dado su sello particular. Y es por ello la reacción airada de los estudiantes de Psicología. Que ahora han interpuesto un recurso de amparo en contra de las ilegalidades del CSU y el usurpador. Lo más grave de todo esto es que es el propio Consejo Superior Universitario (CSU) quien impulsa está agresión a la democracia estudiantil, sobre quién recae esta muestra de vulgaridad y de atropello por la ilegalidad que no tiene nada que ver con la academia.
Pero el contexto de todo lo actuado por el ilegal CSU y el usurpador Mazariegos es la necesidad de mantener en el caos en la vida universitaria, para establecer como conducta una normalidad delincuencial en la universidad nacional. Pues todos sabemos de la existencia de grupos vandálicos que responden al usurpador, de traficantes tolerados en el campus, de servicios de seguridad devenidos guardias pretorianas. Todo alejado por mucho de la tradición universitaria. Es replicar el vandalismo del Congreso o de los órganos de justicia en la academia, en la reserva moral de la sociedad guatemalteca y todo por la fuerza, por la ilegalidad, la cooptación y la corrupción.
Pero esto que se señala es el intento más elaborado de destrucción de la democracia estudiantil sancarlista y, junto con ello, de terminar con las tradiciones de lucha democrática universitaria. No es casual que se hayan destruido los murales de la ciudad universitaria, ni que se pretenda desterrar de la memoria las gestas de Manolo Andrade, Oliverio, de Ciani, de Rita Navarro, Rogelia, de Robin y muchos más. Es el intento de terminar con la memoria histórica de los universitarios, y de paso, de convertir la academia en un lugar en donde predomine la mediocridad y la corrupción.
O que se pretenda vía expulsión de estudiantes críticos, callar la oposición, el pensamiento libre, el derecho a pensar con cabeza propia. Al tiempo de limitar la libertad de catedra o las condiciones laborales de los docentes. En esto, incluyendo procesos judiciales amañados, espurios, ajenos totalmente a la legalidad de la universidad, poseedora de enormes tracciones ciudadanas. Pero ello, es decir, el aniquilamiento del espíritu universitario digno, no pasará. La USAC debe renacer y ser ejemplo de democracia para el país entero.
Advierto. Hoy en la USAC está planteada una lucha cerrada por la educación libre, con catedráticos libres, con autoridades legítimas, con compromiso nacional y no con la corrupción. En otras palabras, es la batalla entre la democracia o la barbarie. Y en ella, los estudiantes con espíritu sancarlista tienen la palabra.




