Por Miguel Ángel Sandoval
En 2006 escribí un largo artículo sobre el significado del triunfo electoral de Evo Morales al ser electo presidente de Bolivia. Recuerdo que era un texto optimista y, hay que decirlo, escrito con espíritu apasionado pues era la primera victoria de los indígenas en el continente. Fue casi un modelo a seguir. Los años pasaron, Evo Morales y su gobierno hicieron un acto de magia o casi. Los indios bolivianos dejaron de ser los perdedores y pasaron a ser triunfadores. Una epopeya completa.
Hubo buenos resultados en términos de crecimiento económico, tasas superiores al resto del continente, junto con logros sociales y, sobre todo, el empoderamiento de los pueblos indígenas. Bolivia fue un ejemplo en el uso de productos como el gas y otros recursos naturales. Eso explica el crecimiento de los primeros 10 o 15 años del Movimiento al Socialismo (MAS). En esto incluyo una constitución nueva, moderna, multinacional. Pero esto es pasado.
Luego hubo un largo debate por la idea de modificar la constitución para permitir la reelección presidencial de Evo. Un golpe de Estado de derecha y luego el regreso del MAS. Se forzó la imaginación y se duplicó la necedad. Finalmente, no se aprobó la reelección y no se pudo inscribir la candidatura de Morales. El MAS se dividió y se vislumbró el fantasma de la derrota. Mientras, los indicadores económicos y sociales se fueron difuminando. Se abrió el camino de la corrupción y de los amarres corporativos. Fue el fin del evismo y el masismo.
Los líderes indígenas como Evo no dieron la talla. No supieron trascender y con esa incapacidad, el proyecto liberador de Bolivia se pospone. Quizás no para dar paso al neoliberalismo desenfrenado, pero sí un ánimo diferente al que en su momento encabezaron líderes como Morales. Evo tiene mi más alto reconocimiento por su pasado reciente pero la más fuerte condena por su empecinamiento de ser candidato presidencial único y la expresión de un caudillismo fuera de época.
Aunque ahora, ante la derrota de las dos expresiones visibles del MAS y del movimiento indígena, es indispensable hacer un par de reflexiones. La primera reflexión es que el movimiento de Evo Morales al momento de las huelgas del agua y otras y su candidatura a diputado, se hicieron en medio de un movimiento social en ascenso y sobre todo de amplias alianzas políticas permitiéndole poco a poco que esa corriente importante de Evo ganará más adelante la Presidencia de la República en 2006.
Es de sumo interés señalar que al momento de la victoria electoral de Evo Morales hubo una gran concentración en el centro ceremonial Tiwanaku, muy importante de Bolivia y los ancianos bolivianos le hicieron una especie de transmisión del mando, al emergente nuevo líder de los pueblos indígenas bolivianos. Por ahora, ello queda en el pasado.
Hoy se trata de un Evo Morales desgastado, aislado, que dejó las alianzas políticas de lado y se convirtió en el mayor enemigo, junto con Luis Arce, del movimiento del MAS y del movimiento de los pueblos indígenas, porque la necedad de mantenerse como las figuras más visibles y como líderes indiscutidos no tuvo el respaldo que esperaron en algún momento, esto es lo que se expresó en estas elecciones.
Durante varios meses desde el Gobierno y, Evo desde la oposición, hubo posibilidades de discusión, de acercamientos de tender puentes, de alianzas, pero las rechazaron de una manera que no hemos visto en los últimos años en expresiones de la izquierda victoriosa y, esto es quizás lo más delicado, porque el triunfo electoral de la derecha boliviana no se debe al buen desempeño de esta sino al desastroso manejo de las relaciones entre las distintas expresiones del MAS y del movimiento indígena boliviano y, en ello, sin duda ninguna, a Evo y a Luis Arce le caben responsabilidades muy altas.
Quizás hubo un momento en donde la figura de Andrónico Rodríguez, podía haber sido la solución a esta grave división en el MAS, pero fueron incapaces de aceptarlo y dar paso a la unidad y el relevo generacional. La derrota pues, no es tanto por el mejor desempeño de las derechas en sus distintas expresiones sino por la incapacidad que tuvieron las dos corrientes del MAS para hacer alianzas indispensables, a pesar de que hubo en ese proceso intentos de buenos componedores, intentos de gente que buscó reuniones entre las dos expresiones del MAS para plantearles que de ello dependía mucho el futuro de Bolivia.
En la actualidad hay cuentas alegres de muchos sectores que ven en Bolivia el destino de América Latina y parece que allí están bastante equivocados. Lo de Bolivia es únicamente un episodio verdaderamente ingrato que no afecta de manera fundamental el desarrollo de procesos en países vecinos como Brasil, Chile o el propio Ecuador, esto es lo que está de momento en la mesa de discusión y del debate.
Lo relevante en el caso de Bolivia es constatar que se va por un camino diferente al que se transitó en las recientes elecciones primarias por las izquierdas chilenas, en donde en un ejercicio democrático verdaderamente notable, fueron capaces de superar las diferentes contradicciones que existían en el seno de esta corriente, digamos oficialista, y dar paso a una elección transparente, participativa y, como decía antes, profundamente democrática, que permitió que Jeanette Jara fuera ungida como candidata de la unidad de las izquierdas chilenas para competir en las próximas elecciones de ese país.
En este caso se puede afirmar que las izquierdas unidas en Chile junto con sus buenas vinculaciones con el movimiento social pueden predecir una victoria electoral de signo positivo, tomando en consideración que se hizo una especie de camino inverso al de Bolivia, que optó por dejar a la izquierda fuera de todo tipo de alianzas, por hacer de las diferencias internas el motivo principal de ataques muchas veces infundados y con ello se abonó el camino a las derechas bolivianas en sus distintas expresiones.
Es importante subrayar que la victoria electoral en primera vuelta de Rodrigo Paz se debe más a los errores profundos de las izquierdas bolivianas que al desempeño propio de esta corriente política, que algunos se ubican como democristiana, social cristiana o socialdemócrata, pero que no expresa los deseos de la agenda que anteriormente fue la levantada por Evo Morales, Luis Arce y otra serie de líderes vinculados al movimiento indígena y al partido Movimiento Al Socialismo.
En esta perspectiva, es importante destacar que en los procesos recientes en el Sur del continente, la coalición victoriosa o la fuerza victoriosa para hacer más exacto, ha sido producto de amplias alianzas políticas, en donde sectores sociales y políticos han tenido la suficiente inteligencia para establecer convergencias, aproximaciones, alianzas, pactos, que han permitido éxitos electorales importantes.
En esta dirección se puede pensar que procesos como el que lleva al Frente Amplio a la victoria electoral en Uruguay, es producto de amplias alianzas, amplias coaliciones, en donde el Frente Amplio tiene un papel importante, pues todo mundo conoce que son alrededor de 20 partidos políticos que mantienen sus espacios, sus particulares puntos de vista, pero que son capaces de sumar fuerzas para impedir que las derechas neoliberales no ganen preponderancia en el electorado uruguayo. Esto parece que sería un ejemplo central que ya tiene bastantes años de estarse produciendo.
Otro caso que va en esa dirección es el de Colombia. Acá la corriente de Gustavo Petro fue capaz de una apertura que permitió que expresiones como la del partido Comunes, que vienen de lo que fue en su momento fueron las FARC, tuvieron la inteligencia política de retirar su candidato y apoyar a Petro en las elecciones y en la actualidad con la capacidad de buscar la posibilidad de una fusión de varias fuerzas políticas democráticas y de izquierda, alrededor de la figura del actual presidente lo cual apuntaría hacia las elecciones para ver quién lo sustituye o ver si él mismo es reelecto aunque al respecto hay una controversia constitucional, pero en todo caso su figura sería el factor aglutinante y su habilidad para establecer alianzas el factor determinante en estas coaliciones que se están impulsando en la actualidad en Colombia.
La importancia que tiene esto para el análisis de lo que ocurre hoy en Guatemala es que estamos ante la urgencia y la necesidad de impulsar un frente común, un frente amplio, o un frente democrático, que permita juntar todas las fuerzas sociales y políticas de cara a las elecciones de 2027. Las lecciones que se puedan extraer de los procesos boliviano, chileno, uruguayo o colombiano son de importancia vital para el proceso que estamos impulsando en la actualidad desde distintos sectores desde distintos esfuerzos, con el único objetivo de cerrar el paso al pacto de corruptos y permitir una transición en donde se pueda mantener la lucha contra la corrupción, incluyendo en ella un esfuerzo notable por rescatar las instituciones democráticas y dotar a los próximos esfuerzos de una mayor institucionalidad en donde el planteamiento constitucional del bien común pueda ser impulsado de la misma manera que los contenidos más relevantes de los acuerdos de paz.
De eso se trata este planteamiento que debería de tomar en cuenta los ejemplos de Bolivia, que hoy día son la expresión de un fracaso de las izquierdas sectarias y dogmáticas, mientras que por otra parte analizar y valorar las victorias electorales del Frente Amplio de Uruguay, con Yamandu Orsi como presidente; o del proceso de Colombia y por supuesto la elección de candidato presidencial en primarias por parte de las fuerzas democráticas y revolucionarias de Chile. Creo que esto es parte de lo que debería de instalarse en el ambiente político nacional y, sobre todo, en el ambiente político de las fuerzas democráticas, revolucionarias y progresistas. Es el momento de la más grande alianza, de la más grande unidad, porque de la unidad y las alianzas dependen las victorias del futuro.
 
															 
															



