Jujun wuj pa qaq’ab
Chi oxlajbaqtun kablajtun oxlajwinäq-lajuj 5 Tz’i’, 9º Rajaw Aq’ab, 8 Tz’ikin Q’ij – Xul
Chi Iximulew – Guatemala 16 de julio de 2025 (13.0.12:13-10)
Por Yrasêma Aguilar, integrante del Colectivo Maya’ taq Molaj*
A 501 años de la invasión, sobreviven memorias que nuestros abuelos se atrevieron a escribir. Entre ellas sobresalen el Memorial de Sololá, el Testamento de los Xpantzay, el Título de Xilotepeque, el Popol Wuj y el Título de los Señores de Totonicapán.
Este año Ab 13 Iq’ (2025), se desarrolló el diplomado “Mayoj chi rij ojer taq Wuj – Análisis crítico de textos antiguos y su contextualización con obras contemporáneas,” para estudiar estos textos. Fue organizado por Maya’ taq Molaj e incluyó una cohorte de 40 participantes de diversas comunidades lingüísticas: Mam, Poqomam, Q’eqchi’, K’iche’, Maya’ T’an, Uspanteco, Tz’utujil, Kaqchikel y ladino-mestizos.
Durante tres meses, nos reunimos virtualmente dos veces por semana para el aprendizaje colectivo, a través del análisis crítico y reflexiones de las lecturas correspondientes. La exclusión de esta literatura Maya’, del sistema educativo, nos empuja a estudiarlos desde otros rincones extracurriculares, organizados por la propia población.
Pero ¿por qué y para qué usar nuestra energía en estas lecturas?
Para buscar la respuesta a la pregunta, realicé una serie de entrevistas a algunos participantes del diplomado. Encontré diversas respuestas y en cada interacción surgió algo en común: la necesidad de fortalecer la identidad, ampliar y reconstruir la narrativa de la historia de nuestros Pueblos y escrita por nuestros ancestros.
Como un acto de honra y autoconocimiento, Norma Anaya del Pueblo Maya’ T’an me respondió: “¿De dónde viene toda tu cultura, lo que traes contigo? Es egoísta no reconocer que soy con todo mi pasado, mi familia, lo que canto, lo que como, allí la importancia de seguir leyendo los textos”. Me llama fuertemente la atención que ella use la palabra egoísta al no reconocer que somos continuidad del pasado. Nunca lo había pensado de esa manera, y ella tiene razón, el no ocuparnos de conocer más sobre nuestro pasado suena egoísta.
Otro participante, José Luis Conguache del pueblo Poqomam, expresa su motivación: “Recuperar la memoria histórica propia de los pueblos… Entendernos y encontrar nuestra vinculación con nuestro origen.”
Durante las clases surgieron reflexiones reveladoras. Por ejemplo, varios contenidos de los textos siguen vivos en la memoria presente. Se vive, se práctica y se sigue escuchando en las historias narradas por nuestros padres y abuelos: “Pero si esto es de lo que nos hablaba mi abuelo”; “Esta palabra la usaba mi abuela también”; o “Estos símbolos los reconozco en los tejidos de mi pueblo”.
Libros sobre la Cosmovisión Maya’ acabaron en llamas
Antes de la invasión española existía una extensa literatura entre los pueblos mayas. Esta literatura, que ahora conocemos como códices, fue quemada por los frailes. La hoguera más conocida es el traumático Auto de Fe de Maní ordenado por Fray Diego de Landa el 12 de julio de 1562 en Yucatán. También se quemaron libros, atavíos y Kiwachibal K’abawil (imágenes de K’abawil) en Chi Iximulew, Guatemala, entre los años 1544 y 1554. El más documentado, pero no difundido es el que presidió el Obispo Francisco Marroquín el 11 de marzo de 1554. Este Auto de Fe se realizó en la Plaza de Armas, de Santiago de Guatemala, Panchoy, hoy Antigua Guatemala.
Necesidad de recuperar la memoria histórica propia de los pueblos
A pesar de esta pérdida tan trágica, existe una gran oportunidad de que los cuatro pueblos de Chi Iximulew conozcamos nuestra memoria histórica a través de la lectura crítica de los textos, escritos por nuestros ancestros a inicios de la invasión y colonización española. Encontramos diversos temas, como nuestro origen, las migraciones, la fundación de ciudades, alianzas, luchas y divergencias, y el rompimiento de una u otra confederación.
Igualmente, fueron cuidadosos con la cronología de la invasión europea, siguiendo el propio sistema de calendario Kaqchikel; registraron asesinatos de gobernantes K’iche’, Kaqchikel y Tz’utujil; pero también manifestaron la defensa de la soberanía y territorio. Además de hechos históricos, en los libros se percibe la cosmovisión Maya’, esta cosmovisión ha existido desde veintenas y veintenas de tunes, posiblemente miles de años antes de la invasión.
Los textos mencionados aquí ya fueron escritos con caracteres latinos, en el contexto de evangelización y castellanización. No obstante, estos textos son poco conocidos, porque no se incluyen en el currículo del sistema educativo. Los pueblos indígenas demandan su inclusión, para descolonizar la historia oficial.
Son evidentes las capacidades de resiliencia de los Pueblos al escribir sus memorias y en los propios idiomas Maya’, K’iche’ o Kaqchikel; con el alfabeto latino y en circunstancias peligrosas para este acto de resistencia. Su riqueza se debe a que los textos documentan la historia desde la experiencia, punto de vista y voces de los Pueblos. En estas lecturas podemos aprender sobre genealogías de los diferentes Amaq’, Winaq y chinamitales, de su organización, de sus alianzas y de los límites territoriales. Podemos echar un vistazo de cómo era el sistema de los nombres personales y apellidos, algunos en desuso; y otros siguen vigentes, aunque adaptados a la ortografía castellana. Como ya se dijo, muchos de los registros se hacen con fechas calendáricas del sistema Maya’. La lista de contenidos continúa y es muy amplia.
En cuanto a la traducción de los textos originales a otros idiomas, no todo es perfecto. Algunos están más avanzados que otros, en cuestión de traducción al español, en ampliación o profundización en su estudio con notas explicativas sobre lo que quieren decir en el idioma escrito originalmente. Hay barreras que aún necesitamos superar; es como un rompecabezas que resolver de manera colectiva. Algunas de estas lecturas son difíciles; incluso a veces pareciera que no tienen sentido. Muchas palabras que se leen han dejado de formar parte del uso cotidiano del lenguaje actual. Algunos relatos están profundamente influenciados por visiones del mundo impuestas. Además, varias traducciones son demasiado literales y no han logrado ofrecer una interpretación contextual adecuada.
Con todo, estas dificultades se pueden resolver. Son nuestra oportunidad para entendernos a través del tiempo. Tan sólo hace falta que dejemos de andar distraídos, necesitamos voltear nuestra mirada a estos textos; y prestarles mucha atención. Demos el tiempo suficiente porque fueron escritos para hablarnos.
A propósito de dedicarles tiempo a los textos, me pregunto la cantidad de soles y lunas que los autores usaron para escribir y aprender a utilizar el alfabeto latino. Cuánto amor, cuánto aguante y fe debieron tener para esto. Es alcanzable lograr que sus voces cobren sentido en el presente por medio del trabajo colectivo y multidisciplinario desde nuestras comunidades Maya’. Si no somos nosotros quienes valoramos y llegamos a comprender los escritos nacidos de nuestros Pueblos, ¿Quién lo hará?
Si reconocemos el valor de los textos históricos que nos heredaron los abuelos, aprenderemos de ellos lo más que podamos, ése debe ser nuestro compromiso. Recordemos que llegar a comprender sus mensajes alimenta la integración de nuestro ser. Nos ayudará a reconocernos, a mirarnos, a abrazarnos en vez de avergonzarnos por nuestro origen, por nuestra vestimenta y por nuestros idiomas. Son textos que fortalecen nuestra identidad.
Nutramos nuestra estima, pongamos nuestros pilares de pie. Esto también puede ser el antídoto del racismo que sigue vivo hasta el día de hoy, como el recién protagonizado en el Congreso de la República de Guatemala, por el diputado de la UNE e hijo de pastor, junto con la hija de Sandra Torres.
Cierro con las palabras de ma Kablajuj Keme, K’amol Bey – guía y facilitador del curso: “El mejor camino es unirnos en la construcción de nuestras identidades y preparar caminos para las próximas generaciones.”
*Investigadora Social K’iche’




