Por Carlos Martín Beristain
Nunca había podido llegar aquí. Hoy, 28 de mayo, es el día del agua en el calendario maya.
Desde 2004 se impulsó este Memorial en esta montaña que fue un destacamento militar, un centro clandestino de detención y exterminio, donde se encontraron muchas fosas con cuerpos y restos quemados de los desaparecidos. Un lugar sagrado, donde tiene su lugar la piedra, que en Kaqchikel es Toj. Dejamos unas flores aquí en este círculo maya. La obsidiana se pone en la zona de caída del sol, porque tiene mucha energía, es protección.
– Su energía es tan potente que puede detener cualquier persona que quiera hacer mal -dice Rosalina Tuyuc, amiga de CONAVIGUA.
Ponemos flores en este círculo de ceremonia maya. Rosalina y Carmen me dan la bienvenida en este Memorial de Comalapa. Cientos, miles pasaron por este lugar donde las personas fueron traídas, torturadas y asesinadas. Aquí estuvo colgado de un árbol dos días el papá de Rosalina, aquí fue asesinado el marido de Carmen.
Ella pone flores y agradece por mi trabajo, no solo por Guatemala, sino por otros países en guerra, por contribuir a la Memoria Histórica, por lo que pudimos hacer para el programa de resarcimiento. Margarita, la antropóloga maya a la que conocí en ese trabajo, murió hace un año, también Rosalina la trae aquí.
– Nos conectamos con las personas torturadas, con los niños quemados, con el canto de los pájaros, con el aire y los árboles, te damos la bienvenida.
Aquí aparecieron muchos restos carbonizados. La gente de los alrededores decía que olía a carne quemada. Hay agujeros enormes de las fosas de donde fueron sacados varios cientos de cuerpos y muchos pedacitos de huesos. Niños, mujeres, ancianos, con la matazón no cabía tanta tristeza.
Rosalina tiene una espiritualidad de habita en cada palabra, en la cadencia de su pensamiento que comparte esta mañana. Esta es una montaña con árboles y una brisa que refresca el rostro y trae un aire compartido, con estas lápidas y los restos de tantas personas que aquí quedaron, pero que al recuperarlos han vuelto a descansar. Pedimos permiso por hablar de su historia y para entrar en su casa, este es su territorio. Pedir permiso a los guardianes invisibles por esta acogida.
Nos sentamos a escuchar el viento y platicar. Aquí están transcritos en la piedra más de seis mil nombres de personas desaparecidas. Rosalina cuenta que también anda el espíritu de dos mujeres que se convirtieron en aire, que cuando hace tiempo que no vienen, se quejan, ellas quieren atención. Los muertos están vivos.
Hay 226 osamentas, y con pruebas de ADN se han identificado más, pero no se han podido entregar a las familias. La administración legal no logra entender que cuando se escribieron muchos nombres en los años 80 y luego se transcribieron al sistema informático, algunos estaban mal escritos, tienen una letra cambiada a veces, y la falta de exactitud ha hecho que haya personas identificadas, pero no se ha podido entregar a la familia por la oposición del Ministerio Público. Hay cajas de mármol con nombre, identificados por la Fundación de Antropología Forense, pero que el Estado no permite entregar, el registro, RENAP, no permite completar ese abrazo. Otros no están aun identificados. Los pocos que tienen su lápida escrita con un reconocimiento y una despedida, fueron plenamente identificados con nombre bien escrito, y la familia decidió dejarlos aquí.
– Don Francisco, por ejemplo, fue uno de los fundadores del CUC, un gran líder. Cuando lo secuestraron, la familia se fue toda. Después de 23 años, regresaron. Los familiares se hicieron evangélicos para salvar la vida que les quedaba. Él llegó en los sueños a su hija y le pidió por favor que no lo lleven, que se quiere quedar con los demás. Me dijeron: “Durante 23 años no tuvimos la libertad de llorar de día, solo de noche. Era muy difícil contar a los vecinos por qué nuestro llanto. Hoy si podemos llorar de día, que por fin apareció”. Nunca pensaron que aquí estaba su papá -cuenta Rosalina.
Hay familiares que no creyeron las pruebas de ADN, que querían ver el pedazo del cincho que él siempre llevaba. Mientras los antropólogos explicaban, el hijo vio la hebilla, y se puso a llorar y a llorar. Durante años dudó de todo, y entonces se convenció abrazando los huesos.
Aquí están los restos de Clyde Snow, el padre de la moderna antropología forense. Estuvo aquí en la exhumación de estas fosas y le dijo a su familia que él quería venir a descansar entre los desaparecidos, que le pidieran a Rosalina que le diera espacio. Aquí está, entre todos los nombres de los desaparecidos, nombres sin cuerpo, cuerpos sin nombre de los familiares que ha dado ADN.
– Clyde ha hablado dos veces en el sueño. Dice que cuando venga su gente que traigan tambores, que quiere bailar.
Rosalina lo vio solo de piernas para abajo, así es como baila mi gente, decía. Muchos de los que están enterrados hablan con sus familiares en sueños y les dicen que no quieren que los lleven de aquí, que aquí están bien con los demás, que tienen su segunda familia en este lugar. Carmen tiene muchos sueños con los muertos, los ancianos que le hablan de este lugar. Mientras escucha el relato de Rosalina, tiene también su agradecimiento. Pero la fortuna es la mía, de estar con ellas aquí.
-El abuelo iba con su pantalón blanca y camisa blanca y faja roja. Me dijo que aquí van a quedar los muertos, van a venir. Me enseñó las fosas y me dijo que él se va a quedar a resguardar. Vio una culebra en un palo, el mono y el tigre y, el águila, todos juntos están ahí. El abuelo me dijo que ellos son el dueño de este lugar, y cuando van a regresar los seres queridos, ya está delegado su esposo, que es el que va a adelantar a los demás, y se van a quedar ya.
El nahual de ese día era muy especial. Esa mañana Carmen fue a la exhumación y le contó a Rosalina. Aquí están los nombres. Busco el de Marco Antonio Molina Theissen y tantos otros conocidos, varios del caso del Diario Militar. En la casa que tiene un lugar de reunión, están los animales del sueño. Cuando hay actividades, ellos cuidan la plática, la comida y el baile.
-Cabal, con la marimba, el tigre, el mono, el águila, la culebra bailaban brincando, los animales nos abrazaban y saltaban con nosotras y con los abuelos. Cuando aparecen las luciérnagas, los abuelos dicen que va a venir la lluvia. Por eso están pintadas en este mural hecho por las mujeres.
– A mí en el sueño la mariquita y el zompopo vinieron a jalarme el pelo porque querían estar también en el mural. Así que ahí están también pintadas.
Los zompopos también se comen, en Colombia se llaman hormigas culonas. Los muertos piden que coman con nosotros y que traigan marimba. Hoy llegamos sin una cosa ni otra. La próxima vez así será. Al salir, me llevo unas piedritas de obsidiana.




