Entre 2003 y 2005 fueron exhumadas y recuperadas 226 osamentas en el antiguo destacamento militar del ejército de Guatemala en el sector de Palabor, del municipio de San Juan Comalapa, Chimaltenango, a unos 82 kilómetros de la ciudad capital. Este fue un proceso de búsqueda de personas que fueron desaparecidas, impulsado por las mujeres Maya Kaqchikel, de la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (Conavigua), sobrevivientes del conflicto armado interno.
Por Joel Solano.
Este 21 de junio muchas familias de personas detenidas – desaparecidas, que fueron identificadas por la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG), conmemoraron el 7mo. Aniversario del retorno de los restos óseos de 176 personas de origen Kaqchikel, que fueron desaparecidas por el ejército. Además, coincidió con el Día Nacional de las Víctimas de Desaparición Forzada. Las osamentas fueron encontradas en el antiguo destacamento militar, hoy conocido como Paisaje de la Memoria, un memorial que fue creado para que la niñez y juventud conozcan de la historia y la memoria del país.
En el cementerio clandestino, encontrado en el antiguo destacamento de San Juan Comalapa, fueron recuperados los restos de 226 personas entre 2003 y 2005. En esos primeros años fueron identificados los restos de 54 personas, que fueron entregados a sus familiares. Posteriormente, en 2018, a petición de Conavigua y familiares, 176 osamentas que no habían sido identificadas todavía, regresaron al lugar conocido ahora como el Paisaje de la Memoria, para que guardaran reposo ahí.
Con el paso del tiempo, de estas 176 ya han sido identificadas 26 y aún permanecen como XX 146, según datos proporcionados por la FAFG. El ejército de Guatemala instaló el destacamento militar a 3.5 kilómetros de distancia del centro del pueblo de San Juan Comalapa en 1981 estando el general Romeo Lucas García como jefe de Estado. Ningún oficial del ejército ha sido llevado a tribunales para responder por la represión y delitos de lesa humanidad cometidos contra el pueblo Kaqchikel, dijo.
Conmemoran 7mo Aniversario del regreso de los restos de 220 masacrados por el ejército 📌
Entre 2003 y 2005 fueron exhumadas 220 personas en Palabor, municipio de San Juan Comalapa, #Chimaltenango, que fueron masacradas por el ejército durante el conflicto armado interno. Este… pic.twitter.com/rjr0dPIthv
— Prensa Comunitaria Km169 (@PrensaComunitar) June 21, 2025
A decir de Victoria Tubín, una mujer Kaqchikel originaria de San Juan Comalapa, su familia migró a la capital a raíz de que se iniciara una persecución contra su padre y otros lideres comunitarios, en 1981. Sin embargo, ese mismo año él regresó y fue detenido – desaparecido. El general Benedicto Lucas García, hermano del presidente Romeo Lucas García tuvo a su cargo la jefatura del Estado Mayor del ejército cuando se recrudeció la represión en el departamento de Chimaltenango.
Victoria recuerda que fue un 13 de septiembre cuando lo siguieron desde que abordó un bus en la capital con destino a su pueblo en Comalapa. Cuando su padre pasó frente al ingreso del destacamento y la carretera nacional, fue bajado de forma violenta.

“Llevamos 43 años buscándolo aquí, esperábamos encontrarlo en las exhumaciones de las 220 personas masacradas y encontradas en 2003”, expresó. Victoria es una mujer académica, activista, socióloga y catedrática de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Actualmente se desempeña como directora de la Comisión Presidencial contra la Discriminación y el Racismo contra los Pueblos Indígenas en Guatemala (CODISRA).

La memoria viva y el dolor de la ausencia
Victoria Tubín señaló que el antiguo destacamento es un lugar de mucho dolor y tristeza, refiriéndose al terror impuesto por quienes en esa tierra usaron la violencia contra el pueblo, y a la ausencia de sus familiares. “Uno esperaría encontrar a su ser querido acá, después de 43 años quisiera decir que aquí esta, no es fácil aceptar como lo arrebataron de nuestro hogar, y que a él lo hayan bajado aquí, no es fácil saber que nunca lo hemos encontrado, estaba joven tenía 32 años.
“Venir aquí es como sanar esa parte que traemos y nos sigue doliendo, es mucho dolor; hoy que vine aquí sentí que se me partía el alma y ojalá que mi papa apareciera”, destacó, al referirse al Pasaje de la Memoria, que les permite reencontrarse con el recuerdo de sus familiares y con la lucha por la búsqueda de quienes siguen ausentes.
Para muchas mujeres Kaqchikel y familiares de desaparecidos, el memorial es un espacio que les devuelve la esperanza para seguir buscando a sus desaparecidos y encontrarlos. Muchas de ellas llevan 44 años en esa búsqueda y por lograr justicia. Fue así como nació Conavigua.
Es un espacio que mantiene viva la memoria y la historia, para que las nuevas generaciones en San Juan Comalapa tengan presente que originó en Guatemala una guerra de 36 años y la violencia con la que respondió el Estado en contra de las comunidades desarmadas.
La desaparición forzada que se extendió a todo el país
María Canil Grave, Maya K’iche’, integrante de Conavigua, informó que en su familia tienen a un cuñado que fue desaparecido en la capital, su nombre es Catarino Cos, también su hermano Pedro Maximiliano Grave fue desaparecido en San Pedro Jocopilas, uno de los municipios del departamento de Quiché. María comenta que fue en el momento cuando más fuerte fue la persecución y represión contra las comunidades indígenas, entre 1982 y 1983, que desaparecieron a su cuñado a su hermano. Durante las exhumaciones que se realizaron en San Pedro Jocopilas no los encontraron, indicó.

“Mi cuñado tenía 40 años aproximadamente y mi hermano 30, eran jóvenes, mi hermano estudió en el Seminario Mayor, ellos trabajaban con grupos de jóvenes en la iglesia católica. Mi cuñado trabajó como sacristán en la iglesia de San Pedro Jocopilas, en esa oportunidad la iglesia apoyaba a las comunidades, cuando inició la violencia fueron perseguidos los sacerdotes y catequistas en nuestro pueblo, todo fue muy intenso, la persecución en contra de nuestros familiares nos afectó a todos”, dijo María.
Para ella, el memoria Paisaje de la Memoria es un lugar para mantener viva la memoria, para insistir en la justicia por la violencia durante la guerra y por el genocidio. Expresó que las más afectadas fueron las familias indígenas. Es un espacio para reivindicar el legado de los abuelos y abuelas, personas pensantes, que siempre soñaron con un país en paz, sin racismo, sin discriminación y exclusión. Quienes fueron golpeados por la represión trabajaban para construir una democracia y la libertad, indicó.

Al final de la jornada, en el memorial se reunieron decenas de personas de diferentes pueblos indígenas y comunidades que asistieron a esta conmemoración. Muchos contaron relatos de familiares que aún siguen desaparecidos. Expresaron que continúan con la esperanza de que algún día puedan encontrarlos y darles una digna sepultura. Una deuda del Estado de Guatemala con millones de guatemaltecos y guatemaltecas hasta el día de hoy.





