Nelvin David era un joven de San Juan Comalapa que, como muchos guatemaltecos, se vio forzado a dejar su hogar, desalentado por la pobreza y la falta de oportunidades. David falleció en un accidente de trabajo en Richmond, Estados Unidos, donde llegó hace dos años. Sus planes de quedarse en ese país a trabajar por 7 años se vieron truncados. Su familia pide apoyo para repatriarlo porque el costo asciende a US$10 mil.
Por Prensa Comunitaria*
María Verónica Pichiya, madre de Nelvin David Culajay Pichiya, narra con dolor los motivos que empujaron a su hijo a tomar la decisión de migrar a Estados Unidos en febrero de 2022.
“Me da mucha pena mamá ver cómo estamos, no hay dinero. Lo que cultivamos apenas da para comer. Hay tantas necesidades en la casa y lo que ganamos no alcanza. Deseo que ustedes puedan vivir mejor, no quiero que pasemos una vida así, deseo construir una casa para ustedes y mis hermanos. Poder tener una vida digna”, dijo Nelvin David antes de decidir salir de su comunidad.
La madre le pidió a su hijo que no se fuera. En su comunidad de Simajuleu, en San Juan Comalapa, Chimaltenango, el joven logró estudiar hasta el nivel básico y quería seguir estudiando para ser electricista, pero por la pandemia ya no pudo cumplir su meta. Así que decidió trabajar para ayudar a su familia. Comenzó como ayudante de albañil, pero en medio de su situación de pobreza, deudas y deseo de superación tomó la decisión de viajar a Estados Unidos.

De acuerdo a los agricultores de San Juan Comalapa, los recursos de la agricultura, construcción o un salario mínimo no alcanzan para cubrir el alto costo de la canasta básica y en busca de una mejor vida muchas personas deciden migrar al país del norte. A diferencia de muchos guatemaltecos que no logran completar el viaje, Nelvin David sí pudo y se instaló en Richmond, la capital del estado de Virginia, donde comenzó a trabajar para pagar la deuda adquirida por su papá y mamá y cubrir las necesidades del hogar.
Su madre María Verónica recuerda con tristeza cómo era su hijo cuando nació, un bebé que pesó 10.5 libras. “¡Grande mi muchacho! era una persona sencilla y humilde. Nunca tuve problemas con él. Era una persona muy obediente que nunca me faltó el respeto. Nos apoyó en lo que necesitábamos en casa, con la siembra de arveja, maíz y otros cultivos”, recuerda.

A inicios de 2022, después de sobrevivir a los estragos de la pandemia de la COVID-19, Nelvin David les dijo a sus padres que quería cultivar mora. En enero comenzó la siembra, pero en febrero se fue de la comunidad con un préstamo de Q80 mil que hizo su familia. “Sembró mora antes de irse. Pensamos que se dedicaría a eso. Pero a sus 18 años sentía que las oportunidades económicas eran limitadas. Por la falta de riego se secaron varias plantaciones de mora. Apenas teníamos para tomar agua y regar era difícil”, narra María Verónica.
Luego de llegar a Estados Unidos, el padre del joven, Ricardo retomó el cuidado del sembradío de mora para motivar a su hijo.

La tragedia golpea a la familia Culajay Pichiya
Los planes de Nelvin David al haberse instalado en Richmond era trabajar por siete años y regresar a su país. Sin embargo, ya no podrá cumplir ese sueño. Falleció en un accidente de trabajo.
Antes que él se fuera, narra doña María Verónica entre lágrimas, tenía muchos sueños que le contaba a su papá. “Pienso que es el plan de Dios, pero imagino con dolor los sufrimientos que pasó mi hijo, los peligros. Estamos muy tristes, esperamos en Dios que podamos repatriar su cuerpo y darle una digna sepultura”, indica afligida.
Unos meses antes de su muerte, Nelvin David pidió a su familia que le compartieran fotografías de las actividades que realizaba en Guatemala. Ser parte de una congregación cristiana evangélica y tocar el saxofón, eran sus pasatiempos. Falleció el 11 de agosto de 2024, a la edad de 20 años, trabajó dos años, logrando devolver parte del préstamo que sirvió para que pudiera hacer el peligroso trayecto.

Los padres quieren ahora que el migrante guatemalteco regrese a su natal Simajuleu. “Deseo que regrese el cuerpo completo y no las cenizas como vuelven muchos. Le daremos el último adiós recordando su casa y su lugar de descanso después de una jornada de trabajo”, expresa la madre quien pide apoyo para repatriarlo porque el costo asciende a US$10 mil.
En los últimos meses, en Estados Unidos, se ha reportado el deceso de varios migrantes guatemaltecos por diferentes causas. En San Juan Comalapa entre julio y agosto, las autoridades municipales reportaron cuatro casos. Dos eran originarios de la cabecera municipal; uno más de la comunidad de Agua Caliente y Nelvin David de Simajuleu.
La migración sigue en aumento en las comunidades de esta región. En su mayoría son jóvenes y niños que viajan solos. Muchos se van con el dinero de préstamos que han realizado sus padres y madres para sus cultivos.

Algunos dejan a sus familias con la deuda del viaje que puede ascender a Q140 mil y algunos con hipotecas de sus viviendas o terrenos.
Según datos del Instituto Guatemalteco de Migración (IGM), del 1 de enero al 31 de agosto de este año, en Chimaltenango retornaron vía aérea 1,402 personas, en años anteriores el número era menor. Sin embargo, en el primer trimestre del año la estadística se incrementó. Por las sequías muchos agricultores de ese departamento, así como de Izabal, Jutiapa y Zacapa han visto la migración como una alternativa.
Franklin Rojas, de la Red Jesuita con Migrantes de Guatemala, explica que la migración de los guatemaltecos es motivada por acceder a mejores oportunidades económicas y laborales. Los departamentos más golpeados son: Huehuetenango, San Marcos y Quiché y ahora se sumó la zona oriente del país. Las familias que abandonan sus territorios se quejan del abandono de los gobiernos en servicios básicos y la falta de educación de calidad, seguridad y trabajo digno.

*Con información de Joel Solano