En la aldea Varsovia, del municipio de San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango, el grupo Mujeres Virtuosas se dedica a la producción y comercialización de insumos agrícolas con materiales orgánicos que sirven para mejorar los cultivos. Con esta experiencia generan acciones de adaptación al cambio climático que afecta directamente el incremento de plagas y enfermedades en animales domésticos y producción agrícola.
Por Hugo Bulux
San Juan Ostuncalco es un pueblo maya Mam, donde la mayoría de sus habitantes se dedica a la agricultura, especialmente a la producción de maíz, papa y en menor cantidad las hortalizas.
El cambio climático y las variaciones en el clima han generado un aumento de plagas que afectan directamente a las plantas y a la producción agrícola. Esto ha llevado a un mayor uso de insecticidas, plaguicidas y agroquímicos que dañan el agua, el suelo y el aire.
El cambio climático y las variaciones en el clima han generado un aumento de plagas que afectan directamente a las plantas y a la producción agrícola. Esto ha llevado a un mayor uso de insecticidas, plaguicidas y agroquímicos que dañan el agua, el suelo y el aire.

Los bioinsumos son abonos, fertilizantes y repelentes que se elaboran con materiales amigables con el medioambiente, y en este momento las comunidades buscan el mejor aprovechamiento para el cuidado del suelo.
Heidy Vásquez y sus compañeras están fabricando estos bioinsumos en tres presentaciones: en estado líquido, la primera denominada como MM1 o Superbiofermento. Es un foliar que ayuda a controlar plagas y enfermedades, aporta nutrientes y sirve como repelente, insecticida y fertilizante para las plantas.

La segunda, –MM2– es para los animales domésticos ya que les ayuda en la digestión, reduce el estrés y aporta probióticos. También es utilizada para evitar plagas en los cultivos, y le aporta nutrientes al suelo.
La tercera, –MM3–, que ayuda a recuperar y fortalecer la vida microbiana del suelo, aporta nutrientes a los suelos y ayuda a prevenir plagas.

Los bioinsumos se preparan con base en los microorganismos de montaña, leche de vaca, estiércol de animales, melaza o panela. “Estos productos se dejan fermentar por 15 días en toneles de plástico, mismos que deben permanecer totalmente cerrados, y los gases que se generan deben salir por unos tubos plásticos. Después de este tiempo se debe colar el contenido y proceder al envasado y etiquetado de las presentaciones, que pueden ser en medidas de un litro o de un galón”, explican las emprendedoras.

El precio de un litro es de Q31 y del galón de Q105. Ellas venden sus productos a la comunidad, yhan logrado ser invitadas a participar en mercados campesinos en diferentes municipios de Quetzaltenango.
El auto ahorro organizado
El emprendimiento Insumos Biotierra se estableció gracias al capital que el grupo Mujeres Virtuosas otorgó en calidad de préstamo a las tres dueñas de esta pequeña empresa.
El grupo está integrado por veintiún mujeres que se han organizado para tener un auto ahorro con el que formaron un fondo al que aportan quincenalmente. El ahorro se convirtió en capital de trabajo el cual se da a las integrantes en calidad de créditos con bajos intereses para crear emprendimientos.

Damiana Díaz, de 49 años y madre de tres hijos y una hija, narra que su vida ha mejorado a raíz de participar en el grupo Mujeres Virtuosas. Tiene un pequeño huerto que le sirve para mejorar su alimentación. Para ella es importante no dañar a la madre tierra. Ahora tiene una tienda y un molino de nixtamal, con lo que ha mejorado sus ingresos económicos, y motiva a otras mujeres a producir sus propios alimentos, a aprender sobre sus derechos y a que pierdan el miedo.

Damiana Díaz, de 49 años y madre de tres hijos y una hija, narra que su vida ha mejorado a raíz de participar en el grupo Mujeres Virtuosas. Tiene un pequeño huerto que le sirve para mejorar su alimentación. Para ella es importante no dañar a la madre tierra. Ahora tiene una tienda y un molino de nixtamal, con lo que ha mejorado sus ingresos económicos, y motiva a otras mujeres a producir sus propios alimentos, a aprender sobre sus derechos y a que pierdan el miedo.



Este texto se realizó en el marco de la Sala de Creación comunitaria y medioambiental, un ejercicio periodístico colectivo organizado con un grupo de periodistas de territorios de Prensa Comunitaria, bajo la coordinación de Francisco Simón.